jueves, 4 de julio de 2019
ME REGALÉ
Foto de Tarjeta creado por rawpixel.com - www.freepik.es
Erguí mi espalda y eché atrás los hombros, con la intención adelante, con las ganas calmadas de emprender de otra manera el mismo camino. El de la vida. Si me sacudió pasada la crisis de la edad, lo hizo con una fiera fuerza encaminada a sentarme más que a empujarme. Y lo agradezco. Me recompuse en tiempo récord de batallas y vaivenes. Y me regalé volver a la vida. Últimamente destilo tristeza en lo que escribo, sin embargo mi alma pura está tranquila y mi cabeza menos tensa, más dirigida, más relajada, más feliz... Me hago tiempos para mí y para los míos. Me siento bien. Me preocupa que no se lea así, porque no lo escribo bien o porque habrá quien entienda que la vida me deba de llevar por otros caminos. No. No es así. Me siento calmado. En paz. Libre. Pausado. Relajado. Y solo tengo este plan de futuro, seguir mirando en paz... Tranquilo. Ganándome la partida para compartirla conmigo.
martes, 2 de julio de 2019
PAZ
Dicen que mis líneas se cruzan tristes últimamente y, sin embargo, yo, me siento calmado, en paz, tranquilo. Mucho más de lo imaginado. Mucho más de lo conseguido otras veces. Si hay tristeza en mis ecos, no lo hay en mis palabras. En lo que digo quiero alegría, tranquilidad, sosiego, calma, relax, sinceridad,... Me he adelantado emocionalmente las vacaciones y me siento cómodo en esta balsa mansa de agua pacífica y fresca. Me condiciona el calor, solo. Pero no el camino. Mis piernas pesan, pero no mis pensamientos. Mi corazón se ha relajado. Mi espalda sufre menos. Mi cabeza no explota... ¡Me siento bien! Pero sin embargo los versos me quedaron tristes, más agrios que dulces, sin ser la verdad de lo que vivo... O quizá, mi optimismo se carga de melancolía y pesa más la nostalgia que la alegría rebosante... Yo, que siempre fui de excesos, me mantengo en el ecuador del año con paz. No busco más. Ni quiero menos. Aprendí entiendo de cada lección, porque la vida me las sigue dando. Frente a la traición, olvido. Frente al ataque, indiferencia. Frente al estrés, la paz y el descanso...
He apartado el ruido de mí y hay días que me cuesta reconocerme. Hay quien cree que al final todo volverá a explosionar, porque la eclosión se va gestando. Yo daría mucho, porque no fuera así. Me gusto ahora. Me acompaño cómodo. Me siento tranquilo. Y es mucho más de lo que tenía hace un tiempo, y de lo que soñé en esas mismas noches... No. No se rompió nada. Sólo se recolocó. Y en ese movimiento extraño, cada uno fue al lugar que le corresponde aunque aún quedan piezas por mover...
No quiero nada más que mi calma. Estoy en paz. Y eso me gusta...
jueves, 27 de junio de 2019
EMPRENDÍ EL CAMINO
Me siento bien, relajado. Cada día más tranquilo y obligándome a lanzar mis hombros atrás. Cuando lo hago, la espalda cruje y escucha el viento. Ahora unos martillazos de fondo, el teclado y poco más. El recuerdo de algo cercano que quiero convertir en olvido y enseguida asalta que quedará algún asunto pendiente. Ya no. Me preguntan a menudo últimamente cómo me va y digo siempre: "bien". Incluso hay días que muy bien. Porque me voy acostumbrando a la monotonía y desde que me he cogido distancia, me estoy cogiendo el gusto... Me dejo arrastrar voluntariamente por la rutina, pero esta vez porque yo quiero. A veces hasta el punto de sentirme culpable. ¿Quiero volar? Sí, como siempre. Pero de repente dejaron de apetecerme las prisas, dejaron de empujarme las ansias y ya no me siento desolado como hace un largo tiempo. Nada volvió a la calma, pero yo me regresé a mí. Bueno, decir que lo hice es exagerado. Digamos que emprendí el camino - sin volar, con los pies pegados al suelo - para recuperarme. Para recuperarme yo, sin dramas, sin tristezas, sin penas... No hubo una sacudida emocional, no hubo nada que rasgara mi vida, no hubo nada que me hiciera tambalear... Simplemente, muchos días, haciendo lo mismo, y sin darle un valor de afecto personal me hicieron despertar un día. Me hicieron parar y decir. Decidir. Escribí mil cosas en mi moleskine mental particular y en mil hojas... Y no. No las he puesto en práctica. Pero esto ocurre a menudo. Mis pros y mis contras, como cada lista de propósitos de año nuevo, se deshizo sobre el agua y corrieron río abajo. No. Todo esto que escribo es mucho más sencillo... Lo que hice fue parar y decir (decidir) "me quiero dedicar algo más de tiempo". Y mientras ganduleo, en realidad, le doy vueltas a la cabeza y me voy rehaciendo. No porque ayer pasara nada, no porque mañana todo será distinto. Simplemente, porque llegará un momento; en que lo que tiene que pasar, pasará. Y entonces sabré que todo este tiempo que me he meditado me llevó hasta allí y me ayudó a emprender el vuelo...
Y entonces, en ese justo momento, abriré mis alas. Y volaré.
martes, 25 de junio de 2019
TIEMPOS
La intensidad es el grado de energía con que hacemos algo. Y también cuando la actividad nos atropella durante un tiempo. Mi vida es intensa. Por lo primero y por lo segundo.
Y lo primero, últimamente, me ha arrollado para dejar que lo segundo pierda fuelle. Me imagino sentado en un banco, leyendo un libro (compré este fin de semana uno de Jordan B. Peterson) y, enseguida, me imagino levantándome del banco porque se me hace largo la espera... Eso no es intensidad. No. ¿Cómo se llama esto? No lo sé. De verdad que no lo sé...
Tengo una sensación vertiginosa de que se escapa el tiempo y al mismo intentaría diluirlo, esparcirlo, escamparlo sin límite, sin darle mayor uso... Las dos cosas a la vez, con una sensación de cansancio y fuerza que luchan, yin contra yan, y que intento controlar con mimo.
Me da la sensación de querer hacer mil cosas a la vez, porque cuando hago una de ellas siento que estoy perdiendo el tiempo. No sé si es un caos o una sacudida transitoria, pero tengo decidido bajarme del carro, parar el tiempo y reorganizarlo todo. Aunque esta predisposición se complica cuando pienso que el tiempo que voy a dedicar a ello es tiempo que perderé...
martes, 2 de abril de 2019
OPTIMISTA
Tengo cogido al estómago un dolor como una bola de pelo. Lo reconozco, no sé estar enfermo. Nadie, supongo. Pero así como otros se medican, se van de médicos, se siguen, se cuidan... Yo lo reconozco, no sé estar enfermo. Me paraliza el ritmo habitual y no me gusta. A nadie, obvio, le gusta estar enfermo. Pero es que acostumbrado a mi vitalidad desbordante, desbordarme me violenta. Me frena. Me para. No necesito descansar porque vengo muy descansado del fin de semana, igual, pienso, si tanta paz ha acabado por sacudirme yo que ando acostumbrado a los estreses varios que nos trajo la vida.
Me trabajo en una libreta a menudo. Me centro y descentro con curiosidades y pensando qué será de mi futuro, como si alguien tuviera respuesta a eso, a esto.
Quizá el dolor el estómago es la respuesta a mi presente. De mi futuro, ya hablaremos cuando llegue... (optimista que es uno).
Me trabajo en una libreta a menudo. Me centro y descentro con curiosidades y pensando qué será de mi futuro, como si alguien tuviera respuesta a eso, a esto.
Quizá el dolor el estómago es la respuesta a mi presente. De mi futuro, ya hablaremos cuando llegue... (optimista que es uno).
martes, 5 de febrero de 2019
SIN HACHES
Aunque sea a escondidas me he prometido dejar caer hojas, como un otoño de mi vida, que es esto que vivimos hoy. No hay tristeza. Si acaso inercia, y una voluntad terrible de construirme sobre aquello que se va deshaciendo.
A veces pienso si esa crisis de los cuarenta, tan manida, me la he echado encima entre los 41 y los 42. Pero no es tristeza, repito. Es asentarse, mirar, estudiar, decidir... De lo que se ha ido yendo más que de lo que nos haya llegado.
Porque llevo unos tiempos de mantener más que de buscar, de retener más que de renovar. Y dicho así, o mejor dicho, escrito que es como yo pienso, me recibo con la intención de seguir fortaleciendo, sin buscar cosas nuevas, lo que podría ser un horror... Y un error.
El viernes me devolví en un avión: una libreta y un boli. Y me hice un paseo por mis adentros que no necesitaron de mayor psicólogo. Muchas cosas de las que escribí las estoy hoy rayando en la cabeza: y me ayudan. Otras, las mantengo a parte más por voluntad de no tener voluntad que por pereza. Y ésta me prometí a devolverla con un patadón para arriba.
Hoy escribo aquí. No lo había hecho en este 2019 que tiene algo de catarsis - de aquellas cosas que uno presiente en su vida. Y hay que prepararse para toda la revolución que yo ya dejé en evolución. Y es suficiente.
La inercia me estancó.
Estancarme me silenció.
Silenciarme me acomodó.
Y acomodarme me ha roto por dentro.
Ya lo digo: sin penas, sin tristezas, sin estridencias... Como no hacía las cosas antes.
Me prometí andar más sobre las palabras que no digo. Y así camino. Ayer un avión, mañana un tren... Y en las pausas, meditación y camino. Seguir haciendo. Porque me encuentro con ganas de construir (me). Que me hago falta. Y lo sé.
Me encontré conmigo y me puse deberes. Así que voy a hacerlos. Que ya toca...
A veces pienso si esa crisis de los cuarenta, tan manida, me la he echado encima entre los 41 y los 42. Pero no es tristeza, repito. Es asentarse, mirar, estudiar, decidir... De lo que se ha ido yendo más que de lo que nos haya llegado.
Porque llevo unos tiempos de mantener más que de buscar, de retener más que de renovar. Y dicho así, o mejor dicho, escrito que es como yo pienso, me recibo con la intención de seguir fortaleciendo, sin buscar cosas nuevas, lo que podría ser un horror... Y un error.
El viernes me devolví en un avión: una libreta y un boli. Y me hice un paseo por mis adentros que no necesitaron de mayor psicólogo. Muchas cosas de las que escribí las estoy hoy rayando en la cabeza: y me ayudan. Otras, las mantengo a parte más por voluntad de no tener voluntad que por pereza. Y ésta me prometí a devolverla con un patadón para arriba.
Hoy escribo aquí. No lo había hecho en este 2019 que tiene algo de catarsis - de aquellas cosas que uno presiente en su vida. Y hay que prepararse para toda la revolución que yo ya dejé en evolución. Y es suficiente.
La inercia me estancó.
Estancarme me silenció.
Silenciarme me acomodó.
Y acomodarme me ha roto por dentro.
Ya lo digo: sin penas, sin tristezas, sin estridencias... Como no hacía las cosas antes.
Me prometí andar más sobre las palabras que no digo. Y así camino. Ayer un avión, mañana un tren... Y en las pausas, meditación y camino. Seguir haciendo. Porque me encuentro con ganas de construir (me). Que me hago falta. Y lo sé.
Me encontré conmigo y me puse deberes. Así que voy a hacerlos. Que ya toca...
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