jueves, 27 de junio de 2019

EMPRENDÍ EL CAMINO



Me siento bien, relajado. Cada día más tranquilo y obligándome a lanzar mis hombros atrás. Cuando lo hago, la espalda cruje y escucha el viento. Ahora unos martillazos de fondo, el teclado y poco más. El recuerdo de algo cercano que quiero convertir en olvido y enseguida asalta que quedará algún asunto pendiente. Ya no. Me preguntan a menudo últimamente cómo me va y digo siempre: "bien". Incluso hay días que muy bien. Porque me voy acostumbrando a la monotonía y desde que me he cogido distancia, me estoy cogiendo el gusto... Me dejo arrastrar voluntariamente por la rutina, pero esta vez porque yo quiero. A veces hasta el punto de sentirme culpable. ¿Quiero volar? Sí, como siempre. Pero de repente dejaron de apetecerme las prisas, dejaron de empujarme las ansias y ya no me siento desolado como hace un largo tiempo. Nada volvió a la calma, pero yo me regresé a mí. Bueno, decir que lo hice es exagerado. Digamos que emprendí el camino - sin volar, con los pies pegados al suelo - para recuperarme. Para recuperarme yo, sin dramas, sin tristezas, sin penas... No hubo una sacudida emocional, no hubo nada que rasgara mi vida, no hubo nada que me hiciera tambalear... Simplemente, muchos días, haciendo lo mismo, y sin darle un valor de afecto personal me hicieron despertar un día. Me hicieron parar y decir. Decidir. Escribí mil cosas en mi moleskine mental particular y en mil hojas... Y no. No las he puesto en práctica. Pero esto ocurre a menudo. Mis pros y mis contras, como cada lista de propósitos de año nuevo, se deshizo sobre el agua y corrieron río abajo. No. Todo esto que escribo es mucho más sencillo... Lo que hice fue parar y decir (decidir) "me quiero dedicar algo más de tiempo". Y mientras ganduleo, en realidad, le doy vueltas a la cabeza y me voy rehaciendo. No porque ayer pasara nada, no porque mañana todo será distinto. Simplemente, porque llegará un momento; en que lo que tiene que pasar, pasará. Y entonces sabré que todo este tiempo que me he meditado me llevó hasta allí y me ayudó a emprender el vuelo...

Y entonces, en ese justo momento, abriré mis alas. Y volaré.

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