lunes, 23 de julio de 2018
MÁS DE MENOS
Querida mía,
Desde que te fuiste he visto cielos únicos, caer tardes con una exquisitez única, en silencio, con un manto de nubes alrededor de mis pensamientos que fueron volando solos, en callada armonía para mecerse sobre las olas de los mares del Mundo y conquistarlo todo al perderse tras el horizonte. Aprendí a ser mayor, a hacer ruidos cuando me levanto de los sitios, a tener dolencias que nunca tuve y a pensar desde la edad hacia detrás y menos hacia adelante. A echar de menos lo que aún tengo y a temer perder lo que nunca quiero que deje de ser mío. Desde que te marchaste me inunda de vez en cuando la nostalgia, y la lloro con las manos en un teclado para decirte que sí, que de vez en cuando te pienso, te echo de menos, y te vuelvo a pensar... He seguido caminando sin prisa, pero a veces con demasiadas pausas. Y si me siento a mirarme desde una silla, al pasar, ha habido veces que no me he reconocido. Pero me traje hasta aquí. Corriendo rápido como un niño tras un globo, igual, tras tu memoria. Eché de menos descolgar el teléfono y volver a llorar. Sentarme en tu mesa y volver a sonreír... Volver a decirte lo que fuera y que tú me contestaras algo tan sencillo que mis problemas se derrumbaran como un castillo de cartas, una vez más...
He llegado hasta aquí, bien acompañado claro, como siempre, porque tú sabes que desde niño siempre fui voz de otros oídos, mano de otros paseos, amigo antes y después que nada... He llegado hasta aquí con un poso de duda, sin miedo, pero intranquilo ante todo lo que tenga que llegar... si es que aún queda algo por llegar, que será lo mejor como reza la pulsera que me até y se esconde entre las demás, como queriendo incumplirse.
A veces, también te digo, hay mañanas en que todo es oscuro y pienso si no me habré equivocado y si aún estoy a tiempo de acertar... Luego me pierdo, como siempre. ¿Te acuerdas? ¿Cuántas veces puedo colgarme de una nube lejana? ¿Cuántos azules sé mirar en el cielo? ¿Cuántas estrellas me quedan por contar...? Me pierdo entre mis versos de colegial, sin rima ni talento, y así me desconecto de las nubes de tormenta, los cielos oscuros y las estrellas que se fueron apagando...
Te escribo para decirte que estoy bien. En calma. Tranquilo. Y a la vez me remuerden las ganas de no saber qué me apetece ni qué más quiero buscar. Porque tengo la sensación de que hace ya mucho que dejé de querer, como dejaron de ilusionarme las cosas ni me contagió de apetito lo que tuviera que hacer... Las navidades ya no son como las que tuve. Y así, con todo, tengo la sensación, yo que respiro siempre en el exceso, que todo vino rebozado en una rutina que no soporto...
¿Y ahora qué? Ahora te escribo. Me pongo algo de música triste y te escribo. Y te pienso, y me sonrío al pensar cuando estabas y me decías tantas cosas, aunque fuera callada, me dabas tantas respuestas que hoy no sé dónde encontrar... Estoy feliz, sin excesos, tranquilo. Ya te lo dije. En paz conmigo más que con mi cabeza, que no deja de preguntarse y de querer saber. Pero me encuentro bien. Solo necesitaba escribirte... decirte que la vida sigue dándome sus empujones y yo sigo caminando mientras miro en los cristales que mi espalda se curva y el pelo se pinta de blanco. Te escribo para decirte que me hice mayor. Más mayor. Y que te echo de menos. Más de menos...
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