lunes, 3 de noviembre de 2014
RAZONES QUE LA RAZÓN NO ENTIENDE
Cuando era niño estaba obsesionado con Egipto. Dibujaba pirámides, faraones, reconstruía Abu Simbel con trozos de cartón... Y al ir creciendo olvidé esta pasión, hasta que una mañana, en la librería que había detrás de la Universidad me encontré un libro y recordé, por impacto, cómo mi niñez había pasado soñando con el Nilo y compré el libro... A los años, tuve la oportunidad de navegarlo con las mejores personas que podía compartir la ilusión de mi vida. Y hoy, sin venir a cuento, he recordado este amor y he rebuscado entre las fotos que conseguí recuperar... Lo bonito de todo es que aún no sé qué me empujó a rebuscar, pero ya se sabe que el corazón tiene razones que la razón no entiende...
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