Pasa por España una ciclogénesis explosiva que nos deja el cielo plomizo y el frío en los huesos. Recuerdos de aquellos inviernos de infancia de un Sarrión nevado, donde fumábamos a escondidas y nos encerrábamos en la Residencia o en el González, con sus tantas tardes de futbolín y paseos de pipas. Con este frío a cuestas, nos vamos acercando a las fallas de una manera vertiginosa, asusta de verdad. Y con una agenda, movida por la tele, la falla, las fallas, la política, la vida y el Cyrano que dejan lugar a poco más. Si acaso, a dormir.
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Me confundí por ir mirando el móvil y crucé por la calle que no tocaba y cuando me quise dar cuenta pensé en rectificar y echar marcha atrás. Pensé que no: indagué a mi alrededor y decidí una nueva ruta. Y seguí mirando al móvil y haciendo mi camino. Paré de nuevo y miré al frente. Y me encontré a Raquel pasando ante mí, sin darse cuenta ella tampoco de su camino ni del mío. Le llamé, gritó y nos metimos en el "O'clock" a tomar un vino, que fueron dos, hasta que llegó Pablo. Hablamos de lo humano, porque ya no queda nada divino de lo que decir, y rematamos en la Plaza de Patraix, con su sabor a pueblo, picando unas bravas, unas rabas y algo más. Estuvo bien muy bien la noche. Se lo dije a Pablo regresando a casa: que soy un tío afortunado. Y vaya si lo soy. Las casualidades, si existen, nos toparon entre el frío, dejándole a la ciclogénesis un sabor especial a magia de noche.
Regresé a casa y me apuré a dormir. Escribí algo por whassap y dejé que el cansancio del fin de semana me rematara sobre la almohada. Hoy martes me desperté con el mismo frío o un poco menos. Me vine a trabajar.
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No merece la pena destinar recursos a cosas sin solución o a personas con el mismo destino... Al final, las aguas, o vuelven a su cauce o se desbordan. En cualquier caso, son incontrolables. Manejo mucho mejor este 2014 la montaña rusa de la vida: lo prometí ante las olas de Bali. Que suenan lejanas, pero aún suenan...
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El domingo estuve en Aldaya, en el nombramiento de la Reina de las Casas de Andalucía, una guapa Mikene que tiraba de espaldas. Y llegué a casa para comerme a las 16 una deconstrucción de pizza. Si llego a estar en Masterchef, me expulsan sin más y con razón. La tarde me eché en el sofá a ver "Isabel", la serie de la reina que me engancha ahora y a escribir algo de la historia de nuestra falla en el llibret. Y por la noche, ví los Goya más imposibles de la historia y twiteé a destajo antes de irme a dormir...
Ayer lunes, además del trabajo, a las cuatro y media tuve una reunión en la tele para cuadrar las fallas que tenemos a la vuelta de la esquina... Y luego, al saber que no me había tocado la quiniela, seguí caminando hacia casa de Sergi, con el llibret y tantas cosas en la cabeza...
Hacía cierto frío, y pese a lo ajetreado de la agenda, se empezaba a sentir la ciclogénesis explosiva de la que todo el mundo habla, con tanta familiaridad como de la prima de riesgo, el Ibex y tantas cosas que llegaron a nuestra vida, sin más... Dejaremos que caiga (como siempre).
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