
Nos pusimos con demasiadas canciones. Todos los géneros, todos los palos que dicen los cantantes. Y algunos duelos (duetos) en la cumbre. Repasamos a la Jurado, repetimos a la San Basilio, nos lanzamos con Rosendo y perpetuamos a Sabina. Lo intentamos con ABBA y lo conseguimos con la Pantoja... Y todo el rato, copas y risas. Los vecinos no llamaron a la puerta ni a la policía. Y motivos no les faltaron, porque la madrugada se nos rompió hasta las cinco de la mañana en un conciertazo de horas en el que no paramos de reírnos y de tirar cosas...

La corteza del limón se fue oscureciendo, el hielo se deshizo varias veces. Agotamos el ron de caña y la cocacola. Y seguimos toda la noche (¡qué cantazo!) dándole al cante y a la copla, al carro del Escobar y a los Priatas, a Britney Spears (Manolito, qué callado te lo tenías...). Nos repartimos los besos del Canto del Loco y seguimos...

Lo dicho. Que no paramos nada, y a mí me vino genial para parar de otras cosas. Vergüenza ajena por la calle Cádiz entrada la mañana... Llegue a casa y empezaba a clarear. Cerré la puerta de la habitación, yo que siempre duermo con las puertas abiertas. Bajé la persiana. Y me lancé a dormir, para despertar hoy con mis cosas... Aún no he cantado en lo que llevo de día. Afonía pura y dura. Y un sábado por delante...
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