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He tenido días de gloria, de sueño, de muerte, de silencio y de sentirme desnudo en este mundo de movimientos constantes... He visto las nubes deshacerse al compás de mis anhelos y pasar volando a ras de cielo buscando un futuro más próspero. He sentido el frío a primera hora de la mañana y cayendo sobre mí, como rocío, en las noches de invierno. He probado las mieles del triunfo, con su agrio sabor. He probado las lágrimas saladas. He probado a probar muchas veces y otras, las que más lamento, ni me atreví. He perdido batallas por cobarde y por silencios, pero muy pocas. Me he batido en duelo contra mí, y me he ganado. A veces, he luchado por ti. Pero muy pocas.
He recordado las veces en que alcé la voz. He pensado y maldicho cuantas callé. Y las veces que caí. Que fueron pocas. Y como remonté el vuelo después...
Te he llorado en silencio, lejanía mía y más mía que yo. Me he aplaudido, en la sonrisa retenida, del triunfo tras la confrontación. Me he sentido vencedor. Y, otras, hundido solo en mis miserias... Tan míseras como las de cualquiera.
He luchado por mantenerme fuera de lo normal, me he batido en defensa de lo mío y de los míos... Me he cansado. He recuperado fuerzas y salud. He mirado al cielo... Y he buscado las nubes esponjosas donde reposan mis sueños. Y he visto, alegre, como se los llevaban las nubes hacia el mañana, justo antes de deshacerse...