lunes, 30 de noviembre de 2009

NOCHES Y DÍAS

Llega el fin de mes. Con mucho más cansancio de lo habitual y arrastrando noviembre, con el primer día de frío que hemos tenido... El fin de semana, una vez más, fue a tope, sin parar ni un solo segundo. Podría prepararme directamente para las Olimpiadas y por lo menos me convertiría en un deportista de élite. Sea como sea, la medalla que me cuelgo, es la de los amigos. Realmente agradezco la cantidad y la calidad de todos aquellos que hacéis que mi vida, pese a no parar nada, sea tan cómoda y complaciente.

Comencé el viernes noche cenando con Jose, Ana, Vicente, Amparo y Vir en El Condiment, que se ha convertido ya en el sitio de referencia y en el cenador de mis noches. Hablamos de todo un poco, con muchas risas incluídas y acabamos con copa en el Cyrano, que es más obligatorio, si cabe. Cuando llegaba, marchaban Tato y Gema, con sus vecinos. Y nos apuntamos una cena que tendremos próximamente con nuestra amiga de locuras... Por el pub pasaron las horas y nuestras conversaciones hasta que me fui al Kraken.



El kraken es un monstruo legendario del mar noruego y un pub de la plaza Honduras donde no acudía desde las cenas en casa de Bárbara y las pizzas con Manolo. O la pasta. Allí celebrábamos fiesta de la radio. La cumplían Raúl y Ángeles - que anda entre mudanzas - por doscientos programas de sus "Maneras de vivir", que son un poco las mías. Por allí pasaron Fran y Nacho, Miguel, Raúl con Vanessa, los colegas y Miguel Pons, con quien coincidí el sábado en las noches cyránicas.

Estando de copeteo, cuando me iba a regresar a Ruzafa, me llamó Hugo, que estaba con Uiso y los colegas para irnos al Mya. Acudí al Cube, hicimos noche entre los amigos de Física y Química. Y fueron gestándose los Dinios a los que confunde la noche y las Priscillas que nos las hacen más divertidas...

Llegamos, con Los Chichos, a la Ciutat de les Arts i de les Ciències. De noche es un escenario onírico de magnitudes desproporcionadas y con una belleza alba que quiebra la noche. Iluminada por la luna, la ciuda se hace más grande y el agua que lo puebla todo, te invita a bañarte en una noche bien diferente. Lo que tuvimos. Otra noche diferente y alargada. Entre el ron con cola y el ron con limón. Con músicas y gogós al estilo ibicenco, estuvimos haciendo nuestros planes de Londres y nuestras risas nocturnas, pequeñas poluciones del alma.



El taxi nos llevó a casa cuando Valencia se hacía al día. Apuré un cigarro en la puerta del patio. Y subí a soñar... Hasta que me desperté. Paseé con Hugo y Arwen hasta la Ciutat de les Arts, de día, con un injusto sol de justicia que se clavaba sobre nosotros y nos ataba a la tierra. Paseamos, aire fresco. Y repaso de todo lo vivido la noche anterior...

La Ciutat, de día, es talmente distinta. Blanca pura. Tan irreal como de noche, pero con mayor aspecto de maqueta. Las palmeras te invitan al camino y, nosotros, embaucados, caminito adelante hasta el plato de spaghetti.



Vimos la tele, charramos y nos hicimos fotos con Arwen, la perra de ojos de miel. Luego fuimos a pasearla de nuevo por la tarde y Hugo me acercó a casa. Me cambié y me fui al Glasol, con Carol, David y Laura. Marta me recogió en la puerta del Goya y me fui a Torrent. Sin parar nada. Y, al rato, de nuevo, camino en coche al Cyrano donde me vi con Aure y Ricardo, y su tropa de amigos.



Llegaron Miguel y Virginia. Risas aseguradas. Y una sorpresa en la noche, Lázaro, con quien cerré mi sábado noche. Llegué a casa en taxi y me fui a dormir. El domingo fue dominguero: compré la prensa e hice guisado. Me enredé en las mantas y salí a ensayar. Estaban bastantes en la falla. Ensayamos y nos fuimos a cenar. Vi las tetas del paraíso que nunca había visto (bueno, un par de veces) y regresé con todo el sueño para cerrar mi semana... Una semana llena de noches y días...

OCTUBRE ES UN MES DE HISTORIAS Y DEJA MALAS MEMORIAS

Se me ha ido, lo reconozco. Se me ha pasado el tiempo de traeros a las hojas perdidas, éstas que masticamos juntos, el resumen de cada mes que iniciamos este año. Casi ha acabado noviembre y me veo aquí hoy, sentado, bajo mi cansancio y el frío desaparecido del cuerpo mañanero recordando cómo nos fue el octubre pasado.

El octubre pasado ha sido raro. Intenso. Largo. Difícil. Diferente. Octubre cambió el ritmo de mi vida que andaba desde hace muchos años a una velocidad larga. Y, de repente, octubre. Que fue frenar. En muchos sentidos...

El mes comenzó casi a ritmo de batucada. Las primeras noches fueron no parar. Salir hasta las tantas. Rodearme de amigas y amigos y no parar ni un solo segundo. Pasamos noches de fiesta, vísperas de sueño, horas de ajetreo y desayunamos, llegada cada mañana, en las aceras que buscan taxi. Fue, en toda regla, un inicio de mes frenético. Como si no quisiéramos que el verano que nunca acababa llegara terminando... Y Octubre fue veraniego. Y hubo sol. Y calor. Y dio la sensación, por momentos, de que el mundo se paró en el calor estival y nunca más fuéramos a salir del paraíso...



Por principios de Octubre llegaron los moros y cristianos una vez más. Que volvieron a ser la gran jornada. Nos cogimos de la mano, mano a mano, Leo y servidor, y nos dimos rondas por la ciudad y por la fiesta. Nos echamos unas risas, que es lo nuestro. Difícil de olvidar en el momento en que Leo contrató a un acordeonista... ¡Impagable! Bueno, no. Pagable. Creo que fueron 20 ó 30 euros... Pero una gran fiesta.



Fallerío por doquier. Los programas que funcionan. Y, de repente, los cambios. Primero, la llegada del hospital. Luego, el trabajo. Así, sin más. De repente, octubre se llenó de nubes y sombras vitales y de silencios, en algunos momentos insoportables... Todo cambió entonces. Mi ritmo vital, mis salidas, mis encuentros, mis palabras, mis silencios,... Y fui dolor. Dolor y rabia. Pero dolor, sobre todas las cosas...

Si repaso mis hojas de entonces, ahora que me parecen más perdidas y lejanas que nunca, me sorprende ver la cantidad de espacios que fueron esos días. De fotos de lugares, con imaginación onírica que busca, olfateando como un perro de caza, paraísos extraviados de nuestra cotidianeidad... Y canciones. Volví a ser de la música. Y de los sentimientos que arranqué de mí como jirones finos y destejidos de mi propia piel. Canciones tristes que se convirtieron en la banda sonora de nuestras vidas... Y, hubo momentos de alegría. Pero las canciones siempre sonaron raspando el alma. Si alguien sabe lo que es sentir así, sabrá, al fin y al cabo, que esto es bueno, que es positivo, que es optimista,... Que notar la melodía rasgarte por dentro es, aunque pudiera parecer algo triste, una de las mayores bellezas que alcanzará el ser humano...

Y recuerdo el sol a través de los cristales, como recordé Lisboa y otras tantas cosas. Y te prometí el paseo más largo de nuestras vidas... A ti, que eres grande.

Y maldije las necedades que se volcaron sobre mí, y en mi día a día, y en mi despacho, porque algunas ya no las entiendo... Y fui preso de los silencios con los que me castigaron más y más, sin entender ya nada, sin tener espacio para comprender un por qué,... Pero con dolor, al fin y al cabo. Dolor absoluto que se unió a otro mayor, y más grande. Y a otro. Y a otro. Como si mi yo y todo lo que me rodea tuvieran que vivir una experiencia de supervivencia. Y una pena, personal. Y sobreviví. Y fui más fuerte. Y feliz en algunos momentos...



Octubre fueron mensajes diarios de Rakel desde Barcelona. Te hice un regalo especial para mí: aquella foto... Y desde la distancia, sentí los abrazos amigos y los cariños regalados. Fue una pausa entre tanto octubre. Una distancia que se acortó con el paso de los días...



Fui con Aurora a comer al mar. Y al mar me hice. Izando las velas de mi propia existencia. Desparramamos una paella sobre la mesa y enseñamos las cartas con que la vida nos invitó a jugar. Y echamos aquella partida y un paseo a la orilla del mar cuyo sonido volvió a mí y a mis penas... Cuando uno está triste, sólo la melodía del mar le invita a convertir su nostalgia en un abrigo de cariño y protección. Nostalgia... Palabra de tango.



Octubre fueron las estrellas y el cielo. El calor. El frío del corazón, que se heló hasta tal punto que un suspiro podría quebrarlo. El sol. La luna. La noche. Las noches. El mar. Las conversaciones de pasillo. Los domingos de Foster. La sonrisa de Edurne, cuando cené con mi familia. Los mensajes del móvil. Mi adolescencia recobrada. Mis recuerdos. Y un fado en la Alfama. Un tango en el camino y una cena thailandesa. Una conversación por teléfono. Los silencios que me regalan. Un libro de Boccia. Un accidente en moto, que me asustó. El Mimed, extenuado. La madrugada en el Cyrano. Los planes del pasado... Las fiestas hasta la mañana. Los moros. Y los cristianos. Saber que la vida es bella. Y volver a la India. Volver... Con la frente marchita. Las dificultades al levantarse, las complicaciones durante el día, el sueño que no llega por las noches... Y todo, con una banda sonora triste. Y otra que fue mía: My way... A mi manera...

viernes, 27 de noviembre de 2009

SUEÑOS



Paso mis horas en los sosiegos y el silencio, los cansancios, las esperanzas y las desesperanzas, buscando alrededor aquellas cosas que me inviten a seguir siendo feliz. Busco entre las hojas perdidas que el viento se llevó y recuerdo mis cosas y mis ayeres, compartidos. Y por momentos me siento mejor. Mejor todavía.

Me apago otras veces cuando constato que muchas de las cosas que suceden y pasan por mi vida no las quiero junto a mí. Y me quedo como simple rescoldo de lo que fui y seguiré siendo. Pero no es un momento pesimista. Yo sigo, sonriendo menos de lo que siempre, pero adelante, buscando, sorteando dificultades, y pensando adónde podría encontrar lo que fui y seguiré siendo. Y escribo de manera casi autómata porque me he relajado diseñando algo e intentando hacer un croquis mental de las cosas malas que me sacuden ahora. Y encuentro pocas respuestas, pocas respuestas que no sean un poco de silencio, una pizca de esperanza y la necesidad de frenar. De parar. En mitad de la mañana y coger aire. Y soy entonces viento fresco y me siento vivo y vuelo, porque necesito volar. Porque últimamente, mi realidad, pasa por momentos menos buenos de lo que siempre he sentido en mi vida...

Y este tiempo, que sale de la nada y nada entre las tristezas de mis sombras más olvidadas, me lleva a acabarme libros que deje en la estantería y a programarme contrarreloj para pasar los días haciendo cosas o cobijado entre el edredón donde habitan mis sueños... ¡Oh, mis sueños!

Recuerdo ahora que siempre he soñado, que siempre me dijeron que me pegaría el batacazo luego, pero vuelo y he volado. Y lo siento, seguiré volando. Porque hay cosas a las que no pienso renunciar... Y volar libre es de las pocas cosas que hice, hago y haré siempre... Aunque a veces, algunas cadenas pesadas se empeñen en organizarme la prisión de mi realidad cotidiana.

Sueño y sueño, entre miedos y bondades, entre ganas de llegar y de salir, de partir, de viajar, de seguir compartiendo con los míos, que sois tantos. Pero al tiempo, ahora, en mis sueños, me dedico a abandonarme entre las soledades de mi yo único. Y me quedo conmigo, y sufro, callado, dolorido, pensando que mis sueños pueden acabar.

Por eso, al rato, cuando me distraigo, cuando intento intuir como sonaba el mar, me lanzo de nuevo a mis sueños y me recuerdo siendo el que siempre os despertó una sonrisa, el que cantaba por la calle, el que reía sin cese, el que vivía sus sueños en la vida que todos tenéis como real,... Por eso, al rato, cuando me distraigo de mí mismo, intuyo que esos sueños, que lo son, me siguen, me rondan y pronto me alcanzarán. Y entonces, cierro los ojos y sonrío. Soy feliz. Optimista. Alegre. Risueño... Sueño, una vez más en vida. Y vivo. Con tanta alegría que el corazón casi me despierta de mis sueños...

jueves, 26 de noviembre de 2009

DE PASEO POR LAS VEREDAS DEL OTOÑO

A marchas con lo mío, voy tirando, como me dice Sonia desde Extremadura, una amistad en exilio que tiene fecha de visita y que espero no perderme porque necesito verla. Ayer le llamé para felicitarle el cumpleaños a la niña junco, de sonrisa tímida escapada y mirada de verdes indecisos. A Sonia la recuerdo cogida a una mesa, y con un café o una cerveza, hablando de lo nuestro que fue siempre la vida. Y por eso, con algún intervalo desaparecido en la nublosa de la memoria, recuperarla cada vez y ponernos al día es una suerte al alcance de los que nos sentimos sus amigos.

Llego a la tele, colgado del teléfono e intento ponerme al día. Hace nada que me he levantado de mi sueño vespertino y alcanzo enseguida el ritmo necesario para ultimar el programa de esta noche. Me pongo al día, reviso vídeos. Pienso en esta nueva costumbre que me he agenciado de hacer siesta entre pesadillas. Repelo temas. Preparo momentos y cuadro la parrilla de lo que tendrá que ser el "Tot és Festa" de hoy.



Me encanta hacer este programa. Más que una devoción es ya casi una terapia semanal, unas risas haciendo lo que más me gusta, la tele en compañía de buenos amigos y grandes compañeros y hablando de las fallas, que son lo nuestro. Sale un programa redondo. Y cuando acaba, ahora que noviembre amenaza con empezar a servirnos frío, nos colamos en el coche y nos vamos a cenar al Vips. Hablo con Hugo y hacemos algunos planes. Luego con Ángeles, que me trae noticias buenas, fantásticas. Espero que podamos celebrarlas pronto. Una casa nueva siempre viene con un pan debajo del alquiler, eso está claro.

Ceno una ensalada y unos amigos. Me tomo una cocacola light y hago tiempo para redescubrirme en lo nuestro, que es la noche. Me acerca la Guti a casa, y a paso de procesión, porque nos encontramos el camión de la basura, nos ponemos al día. Últimamente, cierto es, mi vida se sacude a ritmo de procesión, de saeta semanasantera.



Me acuesto. Me levanto con frío y con sol, me visto de color fucsia y me voy de excursión con las personas mayores del municipio. De repente, bendigo mi suerte. Me encuentro en mitad del centro de la ciudad, con los edificios de siempre y tengo la sensación absoluta de poder disfrutar de una mañana bien distinta con un paseo de los que realmente me gustan...

Y ahí andamos, de paseo, por las veredas de las tardes que se alargan y los primeros fríos tardíos de un mes de noviembre. A la espera de que el otoño haga caer nuevas hojas perdidas...

martes, 24 de noviembre de 2009

HA SIDO UN DÍA QUE NO



Hoy es un día que no. Que nos soy yo, como soy siempre. O casi siempre. Hoy desayuno ardor guerrero, con tostadas. Y me siento mal. Hoy ando perdido, mareado, con el dolor de estómago agarrado a la boca y atado. Atado de mí y de mis miedos. De mis necedades. Hoy mareo por las calles y me siento perdido con ganas de quedarme sujeto al sueño que nos deja fuera de la realidad. Y como, rápido, con ganas de descansar algo y de cerrarme, con los ojos bajados, y sentir que todo pasa en silencio y sin más.

Hoy me iría fuera del despacho el poco rato que estuve. Hoy vago vago por los pasillos del trabajo sin ganas de ni llevar mi agenda. Y me olvido al tiempo, y me abandono con las ganas de que este martes se acabe. Hoy me hago planes sin ganas y me dejo apuntado en las tareas las obligaciones de empujarme a mí mismo. Pero no soy yo.

Hoy me compro un perfume con olor a Vetiver y me quedo, cansado, dolorido en mis piernas unidas. Hoy me hago un ovillo en la cama, remolón bajo la oscuridad, esperando a que el frío me deje dentro de la cama, y al rato, me inyecto unos cuadraditos de chocolate, que siempre dan ánimo y vienen bien. Pero no. No soy yo. Y no soy yo cuando no me surgen las sonrisas y abro un paraguas inmenso, y negro, con el que no dejar que me cale ni una gota más que sobrevuela a mi alrededor. De vez en cuando, me empujo por las ideas buenas y positivas que me hacen ser más alegre, esperanzado. Pero hoy, lamentablemente, me quedo entre las líneas escritas en renglones torcidos y me siento perdido. Desmotivado. Sin ganas.

Hoy acabo el trabajo con ganas de acabar pronto y de salir fuera. De volver al frío de la calle que se combina con sol caliente a ratos pequeños. Hoy me duele el despacho, y la silla, y el ordenador que tengo enfrente. Y me pregunto mil cosas. Y no me respondo a ninguna. Y tan sólo me apetece seguir siendo un ovillo remolón que sueña con la alarma del despertador a cuestas. Hoy, los carrillos, se me cierran y empujan la sonrisa hacia abajo. Por nada en concreto, quizá por todo, o por nada mismo. Y pienso en promoverme las alegrías de otros momentos, de disfrutar de lo bueno, de felicitar un cumpleaños, de crear una cena y volver a lo que siempre he sido...

Pero hoy, por lo que sea, ha sido un día que no. Y sigo una conversación, lejanía absoluta, al teléfono con más ganas de colgar y proseguir mi camino que de seguir hablando. Y me siento vacío. Cansado. Triste. Con ganas de proclamar lo que silencio y decir que ya fue suficiente, que se acabó, que no se sigue... Pero al rato, hoy, que es un día que no, me pido calma y me insuflo silencio. Y programo las horas, para no ser el ovillo que me envolvió desde primera hora de la mañana. Y me siento triste, apagado, decepcionado, atacado por los silencios, invitado de lujo en una fiesta oscura de la que no quiero formar parte...

Mañana será un día feliz. Lo presiento. Lo busco. Lo necesito. Pero hoy, hoy no. Hoy me siento solo en mitad de mí mismo y acaricio la idea de volver pronto a ser la sonrisa que me hace más fácil y llevadero un camino en el que me van dejando caer muchas piedras...

lunes, 23 de noviembre de 2009

EL CLUB DE LOS HOMBRES BUENOS

Me fui, hablando por teléfono, por el homenaje de Consue, regresando al fallerío de manos de amigos y, sobre todo, amigas. De noche, junto a las Torres de Quart. Me escapé a la hora de la cena a la calle de la Carda. Y al poco acudieron los primos: Uiso y Hugo. Cenamos en el Tapa2, de maravilla y nos bebimos una botella de vino con nombre de reivindicación nuestra: El bon home. Que lo somos... ¡Jejé! Y nos contamos planes de futuro, debatimos y nos reímos de lo lindo entre Ferreros Rocher y otras hazañas. Nos dejamos la invitación hecha para un indio y salimos a la calle a tomar café en el San Jaime, un copazo en el Negrito y algún otro más en La Claca. Recorrimos la calle de La Paz y llegamos en coche hasta el Cyrano.



Estaban Tato y Gema. Angelita. Alberto. Vicente y Amparo, con amigos y familia. Chupito y ron en la barra. Nos fuimos a la Betty, que estaba claustrofóbica y nos regresamos al café de Ruzafa. Fue una noche auténtica, sin parar ni un momento, sin dejar de dar vueltas, de hablar, de sonreír, de ponernos al día, de beber, de cansarnos,... De todo. Estuvimos otra vez ganándole el pulso a la noche, como lo que somos, buenos hombres.



Me alegró compartir con Hugo una noche como la del sábado y tener mil recuerdos. Y muchos planes de futuro, que sé, a ciencia cierta, iremos cumpliendo. Seguro. Hugo siempre ha estado ahí y sigue. Nos hacemos mayores, pero de la mano. Y eso es una suerte que yo tengo increíble. Una fortuna. Gente como Hugo y Jose, con el que cené el viernes, con los que poder surcar los caminos de este futuro incierto... Una suerte, ya os digo. Una bendición.

El taxi, por su parte, surcó la ciudad mientras competía por mantener los ojos abiertos. Dejamos a Hugo cuando empezaba a llover el día y me volví a casa. Bajo las leves gotas y el cansancio extremo de una noche muy completa. La del sábado, ya os digo...

Me levanté con la intención de pasar el domingo de la manera más dominguera posible e hice tiempo. Compré la prensa que no acabé de leer y me tomé una cocacola. Dominguero que estaba, ya os digo.



Por la tarde me fui a ensayar a la falla. María increíble. Me despertó las risas de nunca con la misma escena de siempre. Espectacular, tan sólo. Y el resto, también. A buen nível. Borja y Lorena me trajeron al Opencor. Me empeñé en cenar de domingo. Y al final, bocata de jamón y queso, con aceite de oliva y tomate restregado... Mandé algún sms. Y el sueño me venció. Todo el sueño del fin de semana congregado en un segundo. Y me fui a la cama. Y me desperté hoy con el cansancio a cuestas y más de nueve horas de dormir... ¿A qúé estáis orgullosos de mí? Nueve horas de cama. Yo no sé cuánto tiempo hacía que no recuperaba el sueño... Pero nos hacemos mayores. Lo dicen mis arrugas de los ojos y mis ganas de quedarme en la cama...

Hoy me apetecía, como desde hace ya días, holgazanear remolón bajo el nórdico. Pero había trabajo. Y me despisto con las horas de curro, y vamos haciendo camino. Estoy en San Miguel de los Reyes en un acto. Y luego en el ayuntamiento, recuperando canciones. Tatín las reúne en un programa de radio, media hora de risa con Gloria y unas cuantas canciones más en mi despacho, donde hoy me han traído la impresora... Tendré que lanzarme a imprimir ya. Suena la música en casa y me voy a una reunión ya mismo, hago planes para mañana y luego a la falla... Vuelve a ser lunes. Y mi cabeza, no cesa...

sábado, 21 de noviembre de 2009

CREYENDO



Suena Lenny Kravitz.

If you want it you got it
You just got to believe
Believe in yourself'
Cause it's all just a game
We just want to be loved...

Anoche cené con María y José. Y sonreímos recordando. Y cenamos en El Condiment y nos hicimos una copa en Cyrano hasta las tres y media de la madrugada, pasadas. Nos perdimos entre fechas, dándonos cuenta que nos hacemos mayores porque perdemos la noción exacta de qué hicimos en cada año y en qué año sucedió cada una de las cosas...

Trabajé por la mañana. Sagunt. Vuelta en taxi con Mariam poniéndonos al día de la vida. Despacho y comida en casa. A las cuatro y media me fui a la FNAC con Hugo. Me encontré a Virginia por la calle. Y sentí como vibra el suelo de la plaza San Agustín. Noté el suelo. La tierra. Donde anclamos nuestras raíces... No compré nada, la tentación no me empujó. Le sigo ganando el pulso a mi cuenta corriente (que es ya menos que corriente, tanto que casi ya ni cuenta...). Nos fuimos a El Corte Inglés haciendo unos planes por el camino que ahora me apetecen más que nunca. Vimos ordenadores y tomamos café con José. Y hablamos de todo un poco. Compramos ropa en la planta de caballeros, ahora que dejamos de ser los caballeretes que fuimos. Mariam me comentaba por la mañana que me han salido arrugas, que recordaba la cara de niño con la que llegué a la concejalía, y yo, mirando las fotos, también me recuerdo,... Fuimos a casa de Hugo y al coche y a mi casa. Me invadió una terrible sensación de felicidad: me alegré mucho de pasar la tarde con la calma que la pasé y con mi amigo. Y cuando ya no pensaba salir, vi en las perdidas del móvil la llamada de Jose. Mi otro hermano. El kármico de los años (im)pares. Hablé con mi hermana por teléfono y nos pusimos al día. Mis padres están en Santa Cruz de Tenerife.

Me recogió cerca de las diez de la noche en la avenida del Cid. Fuimos a su casa y con María a cenar. Y el resto, la noche.

Cuando llegue me puse a leer por internet. A poner correos al día. A revisar el facebook y este blog. Y vuestros comentarios, tan importantes para mí,... Me voy a la ducha. Sigue Kravitz. Believe. Creer... Y yo creo. En vosotros. He limpiado algo mi casa y he hablado con Eva.

La flor del jazmín sigue anclada a su tallo y tan bella como el primer día...

viernes, 20 de noviembre de 2009

EL CLAVEL



Tengo un clavel en la mesa del despacho. Un clavel rojo, rojo clavel que cantaba la Jurado. Lo tengo en una botella de cristal. Sobre una mesa de madera... El clavel es la flor del amor. Me lo regalaron ayer, sin amores de por medio, y me lo dejé instalado en la mesa de trabajo, junto al ordenador y sus malas vibraciones. Hoy, sorprendentemente, había olvidado la belleza simple de una de las flores más bellas y menos complejas. El clavel, el rojo clavel, un clavel... Y al llegar al despacho, lo he visto y he pensado: "¡Qué bonito!". Sé que es un pensamiento estúpido, sencillo, básico... Pero decir "¡Qué bonito!", pensarlo al menos, al llegar al despacho, ha sido suficiente. Ni siquiera me he fijado ya desde entonces en que el cielo está nublado o yo mismo. Desde entonces ya no ha hecho falta nada más. Desde entonces ya he cerrado un capítulo nuevo ahora que apuro el libro que ya se acaba... Ha sido una sensación incomprensible y de difícil explicación. Pero entre tranta grisor, el tallo erguido y las hojas rojas, admiración absoluta, han sido un golpe de aliento que ahora necesito más que nunca...

La botella, sorprendentemente, la botella de cristal, contenía un más agua que ayer. Alguien (presupongo que Leo, la señora de la limpieza, que me cuida tanto en el despacho) se ha encargado de darle supervivencia al clavel, que es un poco como hacer sobrevivir a mi ánimo y darle aire para que siga en ascenso. Me duele la piel. Tengo la piel reseca y cortada. Me escuece. ¿Y sabéis por qué lo he notado? Porque tras regresar al despacho con Mariam en el taxi, hablando de las pequeñas cosas que nos duelen en la vida, he visto el clavel erguido en su tallo y su talle y he sonreído. Y al sonreír, levemente, me dolió el rostro. Y con mi dolor, recordé, y recordé de dónde vino ayer el clavel, y de dónde llegaba yo, y de dónde fueron naciendo las ganas de sonreír, de hacer crecer mi ánimo, de seguir cuidando al clavel, que me ha hecho feliz por un instante, aunque fuera una felicidad perecedera...

El clavel. ¡Qué bonito!

jueves, 19 de noviembre de 2009

MI PAUSA. MI SILENCIO.



No, no quiero escribir. Empiezo líneas y las borro de manera automática, porque me empeño en traer otras palabras a estas hojas perdidas que andan más perdidas que nunca. Sin localización. Borro sobre la marcha las letras y reinicio sin control alguno la vuelta a la escritura. Y pienso, vacío de muchas cosas como me hallo, sobre qué escribir. Y no sirve de nada. O no, al menos, de mucho. Me callo, me paro. Silencio. Paro. Y reinicio. Y decido. Sobre qué escribir. Y estoy en blanco. En silencio. En pausa. Sí. Así estoy: en silencio, en pausa. En pausa de un camino que inicié hace tiempo y que me lleva hacia algunos sitios, sin saber dónde y cuáles son los destinos que me deparan.

Ando últimamente ilusionándome unos cuantos segundos al día cuando me evado y pienso en sumar. Me escribe Manu cómo devuelvo a mi lado positivo las piedras del camino. Y me alegra esa imagen que hay de mí. Pero al rato, me envuelve un manto leve de tristeza, realidad de mis días, que me obliga a seguir con lo mío y con la cabeza en todas mis cosas que son sencillas y complejas al mismo tiempo. Cuando pienso en aquellas buenas, aquellas que me depara la sorpresa del destino, me siento esperanzado y optimista. Al rato, dudo. Y de vez en cuando, muchas veces en estas últimas horas tan sólo intento ser yo, en esencia pura, sin acción alguna. Y nado, flotando sobre los mares de mi nostalgia...

Esta mañana lloré con una canción de Serrat antes de irme a trabajar. Y me enamoré de la vida cuando descubrí que la noche no se había llevado todavía la flor de mi jazmín. Esta mañana tomé café con sabor a dulce y pensé que lo amargo lo llevo yo a cuestas. Y es mi mochila, mi vida. Esta mañana empecé a no parar con la cabeza y a dudar de todas las cosas necias que se pegaron a mi subida. Y al rato, miré al cielo, nublado el cabrón pleno de nubes, tristeza del cielo, sombra del Sol sobre nosotros y respiré hondo. Y maldije las necedades que se vinieron sobre mí y, al rato, poco después, miré al suelo y de nuevo a las caras de los míos, que me devuelven alegrías y sonrisas. Los míos de verdad, los que me quieren. Y sois legión. Y te dije "hola" desde la distancia, a mi manera, con un sms que escribí - borré y reescribí -, porque me lo pedían las entrañas, aunque me dejaras sin ver la peli que esperé a ver y seguiré esperando... Y la veré. Con alguien, porque nadie está nunca solo. Porque afortunadamente, aunque me sienta solo en mitad y ante el peligro, como la peli de Hitchcock, sé que estáis ahí y me lo estáis dejando claro. Por escrito y por hablado. Y me viene bien. Aunque luego yo vuelva a mi pausa y a mis silencios y no sepa qué escribiros...

miércoles, 18 de noviembre de 2009

LA FLOR DEL JAZMÍN



A primera hora de la mañana, me levanté. Con la cabeza en lo mío y mis recuerdos y mis cosas. Hoy toca regresar a la normalidad, a esta absurda realidad que vivo en muchos momentos. Hoy toca regresar al despacho que se me antoja tan lejano y vacío. Y miro por la ventana y descubro, sorprendido, la nublada mañana de noviembre que avecina lluvias. Llantos del cielo tras dos días de sol absoluto. Mediterráneo. Veraniego. A través del cristal, incrédulo, acudo a una belleza incalculable y una sorpresa que hoy es el mejor regalo. Erguida en su rama, mirando al cielo, en pleno otoño, albor del invierno, el jazmín ha decidido regalarnos una nueva flor. Una flor bella, blanca, frágil, pequeña... Muy débil. Pero una flor de cinco pétalos, al fin y al cabo. Ya no he vuelto al jazmín hoy para comprobar si el viento ya ha hecho volar la flor del jazmín, que impregna todo de un olor especial. Diferente. Mío. Pero doy gracias a la naturaleza y a mi suerte, y a mi fortuna y a este destino nuestro que transitamos y a menudo maldecimos. Hoy, inexplicablemente, cuando me tocaba volver a la cueva oscura de la vida, el jazmín se olvida de que es otoño, y desafiando al cielo, gris oscuro, nos regala una nueva hoja de vida, un brote de jazmín, una belleza pequeña, frágil, blanca, pura,... Y entonces todo es fortuna. Belleza. Futuro. Una leve alegría que nos invita a seguir... Adelante. Con nuestros recuerdos y nuestras ilusiones de soñar que fuimos y siempre seremos.

lunes, 16 de noviembre de 2009

SIEMPRE



La última conversación de anoche.
Las palabras que nos cuestan.
La derrota de llegar a casa.
El calor del sueño placentero.
El primer mensaje.
Un cortado con espuma.
El sol de primavera,
que convierte a nuestras vidas en un edén dorado.
El viento en la cara, la ventanilla bajada.
La piel seca.
Un abrazo.
La fuerza.
La sal de la primera lágrima.
Los árboles verdes, al fondo. Allí, abajo.
La sonrisa del recuerdo.
La emoción de un segundo.
La rabia,
en algunos momentos.
La sonrisa de un niño.
La paz.
La serenidad.
Y el silencio. Los silencios.
El calor de una mañana de invierno.
El frío del alma.
La luz. La oscuridad.
La llamada lejana.
El abrazo.
Los amigos.
Pensar, una vez más
lo bueno que tiene la vida.
La grandeza.
Y una palabra, tuya:
Siempre.

domingo, 15 de noviembre de 2009

UN AÑO DE NOCHES...



Llevamos una noche a nuestras espaldas. Unos catorce meses de amistad y muchas noches de fiesta, tantas como nos han cabido en este primer año. La del viernes fue, por sorpresa, una gran noche. Salí del hospital dispuesto a irme a casa porque andaba bastante cansado. Se había pasado la medianoche y andaba yo con mi cabeza en mis cosas, como suelo hacer. Cogí un taxi y recordé el mensaje de Bausà. Y sinceramente, pensé en tomarme algo antes de irme a la cama. Así que acudí a La Virana a la celebración que habíamos planeado desde hacía semanas... Nos fuimos al Carmen a tomar algo y bailamos y cantamos. Yo con mucho cansancio y más ganas. La verdad es que me encontré la noche, porque ya os digo, andaba con el alma y el ánimo camino de casa... Pero al final resultó como siempre: un placer. Y hablamos, hablamos mucho. Hablamos tanto. Últimamente valoro mucho más cuando hablo, porque hay mucho silencio en mí. Así que cuando encuentro las palabras, las tomo, las uno y las dejo volar... Y la viernes, por la madrugada, las palabras volaron libres... Fue una gran noche. Discutimos algo en la plaça de Sant Jaume si nos íbamos a casa. Y nos fuimos a Calcatta. Me encontré a Uiso y me tomé dos rones. Uno por papá y otro por mamá. Y de madrugada salí y me quedé con las últimas risas en el coche de Isabel... Al final, sin esperarlo, ni de lejos, la noche que mejor me podía venir. Y luego, el sueño. Y el teléfono. Dormí cuatro horas, y empecé mi sábado...

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Tuvimos aquellas conversaciones que nos debíamos desde hace noches. Y se lo agradecí a Mer. Nos repasamos las palabras como solemos hacer cuando el insomnio lo es todo. "Una conversación muy agradable", habrían dicho seguramente en cualquier película...

viernes, 13 de noviembre de 2009

PLANES DE FUTURO



Fue en un pueblo con mar... Una noche. Y no hubo concierto. Puede ser Valencia. Fue en su día La Habana. Y estaban ellos... Alejandro y Nuria, que no han cambiado nada, años después. La vida, que tiene muchas esquinas, tiene algunos paseos largos y duraderos. Y el de nuestra amistad, pese al olvido que marca el tiempo, volvió anoche a ser un camino placentero, exquisito, divertido... Volvimos a ser los de siempre, con un poco más de cansancio. Nos quejamos de cosas que nos pasan y dimos vueltas a nuestras existencias, más profesionales que personales. Pero al apurar la copa, seguimos, básicamente, siendo los de siempre.

Y eso me gustó. Me agradó. Me fue más valioso que cualquier otro tesoro. Porque anoche, en nuestro furtivo reencuentro, a la sombra de Cyrano y de la medianoche, que son cómplices fantásticos, nos vimos, cara a cara, con la risa y la conversación servidas a nuestro alcance.

Tengo mil anécdotas de ayer y siempre. Mil momentos, tan distintos y diferentes. Y todos tan buenos y divertidos que, reencontrarme con Álex y Nuria, volvió a ser el placer que siempre fue y que nunca se olvida. Hablamos de lo que fuimos, nos entregamos a nuestros deseos de futuro y a esos planes que tendremos que ir concretando. Nos entrecortamos las conversaciones tantas veces como hizo falta y nos pusimos al día, con la sensación enorme de no habernos abandonado nunca. Y volvimos a ser los de siempre. Los tres. Como en las noches de Cuba y los viajes en tren, como el viaje furtivo a Toledo y las cenas por Valencia, como las conversaciones de madrugada que siempre tuvimos planeando una nueva fiesta...

Anoche me reencontré con dos viejos y buenos amigos. E hicimos planes de futuro, que iremos haciendo... Porque en el camino de la vida, Alejandro y Nuria siempre estuvieron y vuelven a ser. Y eso, a mí, me llena. Mucho.

jueves, 12 de noviembre de 2009

20.000 MOTIVOS

Se me ocurren muy pocas maneras, en estos momentos, de daros las gracias por estar siempre a mi lado. Desde que existen estas Hojas Perdidas, de una manera además muy especial. Quizá, por ello, y porque tengo 20.000 motivos para estaros agradecidos...

miércoles, 11 de noviembre de 2009

LA FOTO DE HUGO



Es que llevas noches diciéndolo: "no has puesto la foto del Foster", que no es del Foster's, pero bueno. Yo me paso por las noches a ver a Hugo y él se deja caer por aquí, algunas tardes, para verme a mí. Y así vamos. Pasando los días. Y cada día que pasa, lo mismo: "no has puesto la foto del Foster", que no es del Foster's pero bueno,...

Ayer fue un día raro. Muy raro. De muchas y muy distintas sensaciones. Ayer me quise empujar hacia abajo y no me dejé. Y me siento orgulloso de ello. Hoy ando de resaca, de resaca del alma, después de la tormenta y con la llegada de la calma... Y me estoy dedicando a mí. Esta noche tengo tele, antes he quedado a tomar café con José y con Hugo: espero que veas la foto. Y así me digas: "he visto la foto del Foster". Y yo te diré que no, que no es del Foster's,...

La foto es de una noche cenando en el Sandro, que se ha convertido ya en nuestro proveedor proteínico de cada día. De cada noche, mejor dicho. El plato de los pinchos, lo suponéis, es mío. El sándwich vegetal del fondo, de Hugo. El resto. Conversación, una clara y un bote de coca cola light... Los pinchos no estaban muy allá, todo hay que decirlo. Pero el resto mereció la pena, como siempre. Hasta sacar el móvil para hacer esta foto del Foster's... Ah, bueno, no. Que no era el Foster's...

martes, 10 de noviembre de 2009

"ESTOY BIEN. TIRANDO".



¿Sabéis cómo? Últimamente me lo preguntáis más que nunca: "Jaime, ¿cómo estás?". Y os digo: "Bien, tirando". Esta noche he dormido con sábanas nuevas. Ayer hice la cama con mi madre, que es algo que hacía mucho que no hacía. Así que hoy, además de "bien, tirando" tendría que deciros que "he dormido bien, poco para lo que me apetecía, pero bien". Me hubiera quedado enroscado el resto del día a mí mismo, que creo que es lo que más necesito, estar conmigo. Me hubiera quedado acurrucado cubierto por el mimo con que mi madre hizo ayer la cama. Me hubiera quedado esperando el primer mensaje del día, y ha sido Hugo, para sacarme una sonrisa y hacerme salir de la cama. Y hubiera estado, probablemente, todo el día buscando por la ventana de enfrente los horizontes donde se pierde mi memoria... "Estoy bien, tirando". Y tirando muchas cosas de mi vida, muchos prejuicios, muchos problemas, muchas cosas que no me hacen bien,... Y duele. Vamos que sí duele... Pero "estoy bien. Tirando.".

Luego me he reunido a primera hora, cuando ya me había duchado y elegido un suéter fucsia que me sienta bien a la cara. Tan bien que hoy la gente ya no me preguntaba: "Jaime, ¿cómo estás?". Antes de que yo les dijera: "bien, tirando". Hoy la gente me dice: "¡Qué bien te sienta ese color!". Y es la vida, lo que me sienta tan bien. Y los mensajes de Hugo a primera hora de la mañana. Y los que me llegan de Barcelona antes del fin de semana. Y hablar con los míos. Y con Toñi. Y hacer planes de futuro, antes de que se acabe el día, para llevarlos a cabo antes de que me llegue la noche...

"Estoy bien, tirando". Y siento no deciros que hay momentos en los que noto una pena terrible engancharse a mi cuello y empujarme contra el suelo en un dolor extraño. Que hay momentos en los que nada me haría tan libre como la lágrima que no me derriba... Que no suelto. Que siento, trozos de mi mundo, caídos a mi alrededor sin saber a ciencia cierta en qué pude equivocarme, por qué lo hice tan mal, por qué me pasan algunas cosas, por qué me siento dolido, por qué me volvieron a engañar, por qué sigo confiando en quienes me volvieron a acuchillar, por qué pago este silencio mío con mañanas frías en las que no saldría de la cama que ha hecho mi madre,... Y, sin embargo, miro por la ventana, la ventana de los horizontes futuros, y veo muchos otros trozos de mi mundo erguidos. Y son estos los que me llenan y hacen feliz, los que de momento me empujan a deciros que "estoy bien, tirando". Y me alegro de saber quiénes estáis y estaréis conmigo, y os siento más cercanos y necesarios que nunca. Me alegro de ver que los cielos de mi horizonte son de un azul intenso y lleno de luz. Me alegro porque sigo encontrando una sonrisa cada mañana o un mensaje que me invita a salir de la cama y a deciros que "estoy bien, tirando"...

Pero duele. Vamos que sí duele. Y te duele el dolor ajeno que calculas sin saber cuánto pesa. Y te duele encontrarte con problemas diarios de un trabajo de todos los días y sentirte solo... Y te duele querer la paz en un remanso absoluto y no hallarla y no saber por qué. Ni dónde está. Ni quién guarda las llaves de ese cofre profundamente escondido donde se encuentra la tranquilidad de toda la vida. Pero aunque duela, siempre "estoy bien, tirando". Y con eso es bastante, al menos para mí...

Soy de un optimismo excesivo que se ha quedado rezagado últimamente: llegará un brillo mayor, un sol que calentará más, una noche de copas de vino y estrellas. Llegará y yo estaré aquí para recibirle y darle la bienvenida. Y le pediré, a ese destino incierto, que nos ha de ser tan provechoso, que llegue con ganas de cubriros a todos los que me seguís haciendo mirar a los horizontes selectos que se posan sobre mi ventana. Que os cubra, como el nórdico caliente y amable que ayer mi madre dejó sobre la cama, como una manta mágica, protectora, llena,...
No os quepa la menor duda. Y sentiros felices por mí. "Estoy bien, tirando".

LA ESCALERA DE DIAMANTE



El diamante es probablemente el más duro de los metales. La escalera de diamante es firme, dura y sus escalones, temiblemente robustos. Recios. Cada peldaño, cada resistente y compacto peldaño, forjan la subida. Y hace tiempo que me siento subiendo por la escalera de diamante que tiene zonas con mucha luz y algunos recovecos profundamente ensombrecidos. La escalera por la que subo tiene algunas barandillas donde agarrarse. Suelen ser apoyaduras humanas que nos invitan a seguir subiendo y que nos enseñan el mejor camino de ascenso. Pero las escaleras también se bajan. Por eso, de vez en cuando, reculo un par de escalones y reemprendo la marcha.

Hoy ha sido un día de ir subiendo, pero con mucho cansancio. Hoy ha habido escalones que se han hecho más grandes, pero aparecieron ellos, como barandillas y me ayudaron una vez más. Desde primera hora de la mañana, hasta hace poco, que he vuelto de cenar, he estado el día subiendo escalones sin saber dónde acaba esta escalera ni hacia adónde me lleva. Pero voy. Cojo mis pocos bartulos para el camino y asciendo, sin preguntar, apoyándome en los que me hacéis más llevadera la subida... Pese a todo, a veces, de vez en cuando, muy en cuando, a mitad de la escalera, paro, me detengo y me pregunto: "¿sigo subiendo?". Y sí. Quiero. Seguir subiendo con mis barandillas humanas los escalones perfectamente diseñados de esta larga escalera de diamante...

domingo, 8 de noviembre de 2009

LA BODA DE LO PERE




Ayer casé a Pere Peris (Lo Pere) con su media naranja, Cris. Ayer le vi derrochar felicidad a raudales con una línea ascendente como la de su corbata de Armand Bassi y los ojos brillantes por ser feliz (que se lo merece y mucho). Pero ayer, con su felicidad, Pere nos invito a una comunión muy especial: la de compartir ese derroche de sonrisas y alegría que nos llevó toda la tarde y toda la noche cogidos de la mano.

No sé cómo explicaros lo bonito que fue poder ejercer de maestro de ceremonia. Lo hago con mis amigos más cercanos: Tamarit (¡Cómo olvidar tu boda!), Aurora (mi Aurora del alma, gemela de mi vida) o ayer Pere. Comenté con Mariam que quién me iba a decir tiempo atrás que acabaría sellando el amor de Pere y, la verdad, momentos como el de ayer, le devuelven a uno la idea de que las cosas, muy a menudo, pasan porque han de pasar y suceden cómo tienen que suceder... Y sucedió.



Me produjo una sensación extremadamente alegre y emotiva tener a todo el equipo de la concejalía de Juventud, sonrisa en ristre y compartiéndonos a cada momento de la noche. En momentos como los que vivo ahora, de revisión continua, miré alrededor y comprobé que por ellas y ellos, mereció la pena.

Hablé con María Elisa junto a la barra, y con Mariam, entre baile y baile. ¡Y qué bien me vino! Me reí como siempre con la mujer más feliz del mundo, que es mi Rosita Cuartero. Y con Mariajo, compañera desde hace años y reencontrada gracias a esto de la vida, que acaba uniendo y separando... Y con Jose, y con Ximo, y con Ricardo, y con Marian, y con Lourdes, y con Celia (que iba vestida de chica Bourjois)...

Ayer la unión fue la gran protagonista. Primero la de nuestro querido Pere: un tipo entrañable y tranquilo, afable en su sentido más intenso. Una persona que se ha hecho querer a golpe de trabajo y viajes a Sevilla. Que se ha convertido en un compañero inigualable y, con un candor poco habitual, nos ha cortejado y vencido a todos. Estoy muy orgulloso de él. De su trabajo y de su cortesía, de la amistad que le sentimos todos... Luego, una unión total de todos los presentes. Y yo, como equipo, me sentí arropado y querido. En estos días que pasan es mucho, mucho más de lo que tengo derecho a pedirles y ellos (ellas y ellos) me lo han regalado sin pedirles nada y sin esperar nada a cambio. Es una cuestión de amistad. Y gracias, de verdad, porque me vino mejor que nunca comprobar cómo habéis personas y situaciones que justificáis muchos de los movimientos de mi vida...



Cenamos en Puçol, en Campo Aníbal, una cena estupenda, bien regada y acompañada de la manera más selecta por los dulces que probamos. La cena fue un sinfín de conversaciones de todos los géneros y el baile, un paseíllo de copichuelas y corros donde hablar de todo. Y hablamos de todo. Hasta hubo tiempo de darse las gracias. Y ahora, una vez más, desde mi rincón escondido, vuelvo: Gracias.

La boda de lo Pere fue entrañable, como es él. Y para mí, además de la satisfacción personal de casarle y participar de su fiesta (la fiesta más pop del mundo), un orgullo y un regalo en el que descubrí muchas caricias, muchos apoyos y mucha gente con la que seguiría bailando alguna noche más y trabajando toda la vida... Gracias chicos. Gracias chicas.

sábado, 7 de noviembre de 2009

POR SI EN LA RIFA

Viernes, mañana. Me acosté con el sueño que me trajo David en el maletero del coche. Y soñé, durante un rato largo. Cuando me desperté, despertador en mano, me levanté con la sensación del cansancio arrastro. Y me mezclé conmigo mismo en el despacho, donde arrastro cansancio a lo largo del día y otras cosas. Me informó del exterior vía mensaje móvil. Y a mitad de la mañana surco Valencia y me pongo al lado de Hugo. Regreso, con más dolor que mala leche, a comer a Mislata y me envuelvo en una sábana de pesadillas que dura hora y media. Cuando despierto de nuevo, a esta realidad que soy y vivo, siento el dolor de la amargura de un sueño envenenado. Y soy yo, que vuelvo a mí.

Hablo con Toñi, una vez más y por teléfono. Y me voy haciendo marchas por la tarde. Ducha y afeite. Rapada de cabeza. Limpieza de dientes. Cena de Cortes en los salones de Athenea. Un taxi me deja en la esquina de la calle mientras Mabel me resume sus horas... Y yo le escucho. Beso a diestro y siniestro a las muchas amigas que se cruzan en la cena. Beneficio contra la violencia de género.



Mi mesa es la 12. Mi compañía Chelo, Pepe y Ernesto. Y un móvil donde Laura me envía mensajes. A la hora de la rifa, estoy con ella y compañía. Compramos rifa por colaborar y no me toca. Sabía que no me tocaría. Y no pasa nada. La satisfacción casi, ir olvidando lo que me pasa fuera de aquella fiesta...

Hablo con Carlos. Y con Lázaro. Y con Félix, y con Jota. Se acaba la fiesta. Son las tres y media bien pasadas de la mañana. Marea de gente en movimiento a una noche fría y de viento... Cogemos el taxi. "A Cyrano".



Y allí nos echamos otras risas juntos. Muchos. Cada uno de una casa, como me suele gustar a mí. Y una mesa, grande, de nível. Subo. Bajo. Pienso (poco) y salimos. Taxi y a Betty Pop. Amparito, la Piqueres y Servidor. Troy nos espera en las escaleras. Pago con la visa y entramos. Ron con cola en la barra de la derecha. Me saluda Mireia. Hablamos. Nos reímos Amparo y yo con Amparo y Troy. Nos dan las siete. Y algo, que clarea, hace el día nuevo.


Afortunadamente se hizo de día entre risas. Llego a casa y me acuesto. Me despierta un mensaje a las nueve de la mañana. Y me llaman a las once... Mensaje con Hugo y morcilla con patatas. Ahora (en minutos) la boda de Pere y más fiesta, con mis compañeros del Ayuntamiento... Os iré contando.
No me toco nada en la rifa. Nada que no fuera un poco más de esta felicidad distraída que me empuja por la vida...

viernes, 6 de noviembre de 2009

EL DÍA NUEVO



Me encerré con la mejor persona
que se puede encerrar alguien
en un ascensor...

(Gracias por darme tu sonrisa y conseguir la mía.)

Mi jazmín esta semana ha rebrotado. No le he dado agua, pero ha abierto una nueva flor, de tres o cuatro pétalos, que alargó la fragancia de la primavera en el mes de noviembre. Los días han ido colmándome de cansancio y de paciencia. Ayer fue un día negro. Bueno, gris oscuro. De toma de decisiones (importantes) en el plano vital de mi yo, que soy yo mismo. Acabó muy bien, eso sí, vía Foster. Crucé con Gemma la noche en taxi y conversando, siempre interesante y dándome cuenta de ciertas cosas que debería de valorar más a menudo. Cené con David y Carol, Sergio y Laura mientras se cubrió Valencia de un frío ya de invierno absoluto. De repente. Esta mañana, el jazmín de mi casa había perdido su flor... Me he levantado cansado pero sabiendo que tenía que saltar a la calle una vez más. Y he saltado. He pasado por el banco (mañana boda de Pere) y he escuchado algo de música en el MP3: Elephant's Love Medley... Me he topado con Sergi por la calle y con Miguel, mi quiosquero. ¡Tengo el quiosquero más majo del barrio!
Hay gente que, aunque nos cueste, sonreímos a las ocho de la mañana. Quizá porque queremos que la vida de los demás sea mucho más feliz. Hay otros que se levantan dispuestos a conseguir que nadie sonría...
Tomé café ayer con Hugo y fue el que me escuchó a mí. Gracias, una vez más... Reuniones por doquier, varias, desde luego. Y de todo tipo. Y me quedé en el ascensor encerrado con María Luisa... Pequeña, ¿Cómo fue ese momento? El cansancio me venía de la noche anterior... Tuve programa en la tele (un puntazo, una vez más, incluyendo la tortilla de patatas) y una noche cyrana con dos amigas que me cruzaron la noche, de la manita... Hasta las cuatro. Ayer, Glo me despertó vía móvil. El día nuevo había comenzado...


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Busco un día nuevo con sonrisas mañaneras. Busco un día nuevo con sol de otoño, que calienta lo poco que el tiempo refresca. Busco una compañía de sonrisas y abrazos que te coja la mano cuando atardece. Y el afecto de mi gente, que os llevo en el alma guardaditos, lo busco entre las miradas más cercanas. Busco un día nuevo con nuevas voces y nuevos guiños robados entre las estaciones de metro. Busco una canción nueva que escuchar cada día y que sea la banda sonora de mi vida, que tenga timbales y maracas y sea un Caribe lejano de aguas verdes aguamarina. Busco un día nuevo con olor a sueños. Busco un paseo en paz bajo un camino infinito y frondoso, de ramas fuertes y hojas brillantes y verdes. Y que sea una paz tranquila y quieta, alargada y compartida. Busco un día nuevo, donde las fotos de mi pasado sean las sonrisas de mi futuro más absoluto.

Busco un día nuevo que pueda acabar con cada uno de vosotros. Busco un día de aire puro y el sol repartiendo suerte en mis mejillas. Busco un corazón gemelo cada día a cada minuto. Busco la complicidad de mis amigos y la amistad de los cómplices que campan por mi vida. Y busco un momento que dedicarme a mí, y a ti. A todos. Busco un día nuevo en el que colguemos del teléfono nuestras esperanzas y dejemos en el final de los caminos del olvido las desesperanzas que pasean a nuestra vera. Busco un nuevo día de felicidad completa para regalároslo y deciros que aquí tenéis mi presente y vuestro futuro... Busco un nuevo día de nubes blancas pomposas y azules cielos donde poder volar con cada uno de vosotros... Busco un nuevo día que está a punto de llegar. Y lo siento mío. Y lo hago vuestro. Nuestro.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

HACE SEGUNDOS



Hace segundos que pienso que ya no apetece batallar. Que hay que seguir luchando, pero que no quiero abrir más batallas... Hace un rato que he dejado que mi mañana viniera empujada por la música, que habla de puertas que se cierran y de risas traicioneras... Y he pensado volver a ser el pájaro libre que vuela alto y que me ha acompañado siempre... Nadie tiene derecho a ahogarnos, ni con la fiereza de un león ni con la indiferencia de una hiena. Hace segundos que pienso volver a salir a coger aire. Y que siento que la calle volverá a ser mi camino. Hace segundos que sigo pensando en ti, y me siento triste. Y que quiero mirar al cielo y me pregunto por qué el verano se alarga irremediablemente para tocar con sus dedos el fin de este año... Hace segundos que me debo una sonrisa y obligo a la vida a empujarme para no dejar nunca de reírme con vosotros... Hace segundos que no bebo agua y noto mi estómago colmado por dos cafés con leche y algo de dulce. Hace segundos que pienso qué escribiros hasta que me decido a escribir sin pensar nada de lo que dejo dicho. Hace segundos que pienso que tengo que llamarte. Hace segundos que controlo el paso indiferente del tiempo que se alarga en esta mañana de despacho y silencios. Hace segundos que pienso en salir a comer, y a correr, y a volar... Hace segundos que recuerdo lo que hablamos anoche. Y me siento al lado, y cierro los ojos y duermo... Hace segundos que colgué el teléfono. Hace segundos de todo esto y de aquello. Hace segundos que no he mirado por la ventana. Y que no me he levantado un poco para bromear algo con la gente de mi trabajo... Hace segundos que me pregunto el porqué de muchas cosas, de casi todas. Hace segundos que no sé si dejaré de escribir estas líneas. Hace segundos que todo es calma. Y sólo suena "On Broadway" en mi despacho. Y una radio de fondo. Hace segundos que noto en calma moverse gráciles mis dedos sobre el teclado y pienso hacia adónde se moverán las nubes... Hace segundos que quiero gritar. Y llamar a alguien. Y dar un abrazo amigo. Y pensar en todo aquello que se mueve por mi vida y es mi vida misma... Hace segundos que el día está pasando, pero pasa por mi lado, casi sin que me dé cuenta, de que advierta nada. Y entonces, silencioso, miro alrededor y me pregunto muchas cosas... Sin hallar respuesta. Hace segundos que mi vida gira y se mueve por inercia. Y debo tomar decisiones... Y esperar otras. Una vez más.

martes, 3 de noviembre de 2009

LO MÁS PRÓXIMO A MI CASA



Instalar un plasma. Y cambiar una bombilla. Dos. Tres. Ecológicas, como las que me recomendó aquel taxista. Pasar una escoba. Un mocho rápido. Un cuarto de baño limpio...

Hablo por teléfono esta mañana. Desayuné con Hugo y regresé a Mislata. Hablo por teléfono, toda la mañana. Toda. Como con los papás y con Rosa. Lentejas (¡Cuánto tiempo!). Tomo café y camino a casa. Reunión de trabajo. El aire cambia en la ciudad. Voy al hospital y ceno con Hugo. Hablamos. Aparece Tato. Hablamos de nuevo. Taxi y a casa apurando los euros que me prestó Gloria. Llego con cincuenta céntimos a casa. Enciendo la tele. Y la luz. Y una bombilla nueva, ecológica, como la que me recomendó aquel taxista, ilumina el puente de Brooklyn que lo capitanea todo. Repaso ágilmente la agenda de mañana. Miércoles, programa en la tele. Mañana de ayuntamiento. Comida preparada. Presentación de jornadas. Y llegará la noche...

De momento, la bombilla nueva, aquella que me recomendó aquel taxista, ilumina Nueva York desde su rincón más hermoso y lo siento al lado, Nueva York es hoy, lo más próximo a mi casa...

lunes, 2 de noviembre de 2009

AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS



Me llega esta foto hoy con un remite especial. Es remite de felicidad en horas de ausencia y de búsqueda de una sonrisa, de un buen momento... Me envían foto de mi niñez, rescatada y pasada por el escáner de la vida. Y soy yo. Soy yo con muchos años menos de los que tengo ahora y de los que tenía en esa foto. Soy yo en aquél entonces, lejano y olvidado, en el que todo el mundo me decía que me parecía a Kevin Arnold, el protagonista de "Aquellos maravillosos años". Soy yo en la época que perseguía por el patio al último que le hubiera golpeado una bola de papel de plata. El que jugaba a béisbol con el envoltorio del bocadillo de atún, siempre peor que aquél embutido de fiambres que llevaba algún compañero. Los días de matemáticas con Don Rafael y de literatura temprana con Don José. Me vienen aquellos maravillosos años en que me escapaba a Sarrión cada mucho, casi siempre. Para repasar las calles como si fueran ríos, absolutos. Y nos robábamos los besos soñados con nuestros amores de verano y empezábamos a fumar, nicotina escondida...

Ver la foto me ha devuelto a cuando la hice. A cuando la di. A cuando soñaba con ser adulto para seguir siendo igual de feliz que en aquellos maravillosos años... Y lo soy. Me siento afortunado. Desde luego...

domingo, 1 de noviembre de 2009

RESACA DE HALLOWEEN

Estamos de primero de noviembre. La víspera, una vez más, de Halloween. Y este año dedicado al vampirismo... ¡De época! Eso sí... Juego en el ordenador y me dicen lo que fui en la vida anterior: "No sé quien eres ahora, aunque lo presiento, pero eras mujer en tu ultima encarnacion terrenal.Naciste en algún lugar cerca del territorio que ahora se conoce como Israel aproximadamente en el año de 1500.Tu profesión pudo ser dramaturgo, director, músico.". ¿Cuántas mujeres israelíes fueron famosas directoras en el siglo XVI? ¡No lo sé! Dios, debería de estar más informado... Lo de la profesión, me va. El adivino, además, me cuenta que siempre "te gusto viajar e investigar. Probablemente fuiste embajador, espia o mensajero.". Lo cual, para que negarlo, también me podría ir... Pero lo más bonito, sin duda, es que el juego concluya asegurando que "has desarrollado tu amor propio y la habilidad para inspirar fe en otras personas. La ambición no lo es todo. La verdadera riqueza esta en tu alma.". Así que hay quiénes tienen fe en mí... ¡Dios, la fe! ¿Cómo perderla? Pues cada día se hace más fácil...

Ayer tarde estuve con Jorge decorando el Cyrano. Luego me fui a comprar. Y al rato a disfrazarme. Era la noche de Halloween. Y aunque no tenía muchas ganas, la verdad, al final la cosa fue mejorando... ¡Y claro! Para el Cyrano, un personaje de literatura... Lestat, el vampiro (aunque se empeñarán Angelita y Marisa en decir que iba de Tom Cruise).



Cenamos en la falla. Hablamos de todo y lo pasamos bien (como casi siempre, cierto es). Luego al café. Lleno absoluto. Aurelia, Amparo, Machu, Miriam (sin esposo), las otras con ellos pero a la suya, Aurora, Ana y Germán, Manolín (¡Ay, mi Manolo!) y Belén, Diego con un colega, Óscar, Palmira, Carol, David, Carolina, Sergi, Toñi, Laura,... La nómina de amigos fue extensa y se agradeció una vez más. El local a tope y más Halloween que nunca. Un regalazo. Lo pasamos bien y se nos fue pasando la noche entre rones y risas, chupitos de Cyrano y conversaciones de todo tipo... Al final, cuando me fui a la cama eran las seis pasadas.

A las diez y algo me desperté para ir al Hospital. He ido a casa a comer y una siesta. Duermo (sin que me guste hacerlo de día) algunos intervalos desde hace unos días porque el cansancio se complica con la agenda. Y quiero atender a todo. Me levanto y voy a la falla: gracias. Ha salido un ensayo divertido, compacto, adelantado,... Lo que nos hacía falta. Desde luego. A mí más que a nadie. Me voy al Clínico. Ceno con Hugo y Juanin. Hablamos. Y luego bajo la Luna, le quedan 29 días para ser llena y parece repleta ya, un cigarro y taxi a casa. Leo algo, mientras el taxista surca la veraniega noche de calor. Y llego a casa. Y os escribo. Y pienso. Y sueño. Y vivo...

Mañana, lunes, a la carga. La agenda ya está preparada. Y yo, inexorablemente, también... Ayer fui un vampiro y volé en la fantasía de una noche. Luego, hoy y mañana, volvemos como siempre a la realidad que nos ata. Y quedan 29 días para que tengamos Luna llena...

DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 14.

DIARIO DE UNA CATARSIS. Capítulo 14. "Bendita locura" En la limpieza de fotos, anoche, volvió a aparecer el bueno de Paulin...